El Espíritu del hombre es una imagen viviente perfecta del Señor y contiene dentro de sí la chispa divina o también llamado el punto focal del Ser divino.
Si es un hecho que el espíritu contiene tal chispa dentro de sí mismo, entonces contiene también dentro de sí todo lo que pertenece al Señor.
Por lo tanto, el espíritu lleva divinamente, dentro de sí, el infinito entero, desde lo más pequeño hasta lo más grande.
Dicho de otra forma, él unifica todo dentro de sí mismo a través de su poderoso amor hacia el Señor. Es como si todo estuviera reunido en un solo punto.
Bueno, si esto es así, ¿por qué habríamos de querer mirar formas externas y ajenas?
Por eso, saca fuera de ti todo lo que llevas dentro, así como yo, el apóstol Juan, también lo hago, y pronto veremos cosas como si hubieran sido creadas por nosotros mismos.
Te preguntas: ¿Cómo será posible hacer esto? Pero dime: ¿nunca has examinado tus pensamientos y tus deseos que acompañan a los pensamientos?
¿De dónde vienen los pensamientos?
La respuesta es simple como infinita: vienen del punto focal de Dios dentro de ti (la chispa divina).
Mira, este poderoso punto focal es la fábrica de tus pensamientos y deseos;
Desde este punto focal piensas originalmente, y el número de tus pensamientos es infinito, porque en el punto focal divino dentro de ti también está la divinidad con todo su infinito.
Ahora querrás preguntar: Bueno, si esto es así, ¿de dónde vendrían entonces los malos pensamientos?
Pero te digo que en este punto focal no existen malos pensamientos ni malos deseos.
Todos los pensamientos son libres e inmaculados. Sólo los deseos están sometidos bajo la jurisprudencia del libre albedrío de todo ser humano.
Cuando piensas por ti mismo, todos tus pensamientos brotan del amor.
Y de esta manera surge pronto dentro de ti la agradable necesidad de una comunicación continua, con la cual deseas compartir todo con tus hermanos de la manera más generosa.
Con esto también te conviertes en el creador de todas las buenas obras, obras que te seguirán a todas partes.
Pero todo ser humano tiene también un libre albedrío y la capacidad de mirar, dentro de sí mismo, las formas externas, es decir, formas ajenas.
Con esto el hombre puede apoderarse y hacer suyas estas formas ajenas con la ayuda de su amor que se ha vuelto sumiso a su voluntad.
Mira, de esto resulta que estas formas ajenas, que son en realidad objetos robados, se transforman en el hombre en pensamientos de deseo obsesivo.
Estos son realmente los malos pensamientos.
Esto sucede debido a que brotan del amor egoísta, que es un amor al robo y la dominación, porque quiere tomar posesión de todas las formas ajenas para beneficio propio y gobernar sobre todo de lo que se ha apoderado.
Como dice el dicho: ¡bien ajeno no hace bien a uno!
Esto representa ciertamente la condición más importante ante la pregunta primordial de la vida y cualquiera, que no construya sobre terreno propio, construye sobre arena.
Pero, cómo construir sobre el propio terreno, esto te lo enseñará mi esfera a continuación.
Fuente: Sol espiritual, tomo 2, capítulo 10, versículos 14 al 19, recibido por Jakob Lorber.